El Corpus (30 de mayo de 1619)

La festividad del Corpus Christi, surgida en el siglo XIII, se celebra en València desde 1355. Es a mediados del siglo XIV cuando se extiende a otras localidades del reino. 

 

La fiesta del Corpus Christi siempre fue considerada una de las fiestas más importantes de València hasta el siglo XIX, cuando las Fallas comenzaron a quitarle protagonismo a raíz de que el ayuntamiento decidiese premiar a la mejor falla. Pese a esto, la festividad sigue siendo una de las más populares entre los valencianos.

 

Actualmente se celebra el domingo siguiente a la octava de Pentecostés. Sus inicios se remontan al año 1355, cuando era obispo de la diócesis Hugo de Fenollet. Este obispo invitó al pueblo valenciano a engalanar las calles y a participar en la procesión.

 

Fue a finales del siglo XIV cuando comienza a adquirir la importancia y esplendor con el que llegará a nuestros días. A la procesión se le añaden danzas, bailes y figuras míticas, además de participar activamente los diferentes gremios. Todo esto hizo que se convirtiese en una celebración muy aceptada por el pueblo y uno de los acontecimientos festivos más importantes durante el periodo bajomedieval.

 

Los ciriatols son una de las partes más antigua de la procesión. Su origen se remonta al año 1382, cuando los Magistrados Jurados de València acordaron que los hombres más notables de la ciudad deberían acompañar al Cristo con grandes bloques de cera. La participación ciudadana siempre ha sido fundamental en el Corpus, tanto a nivel activo tomando parte en los actos, como con la decoración de sus casas o de aquellas calles por las que pasa la procesión. La decoración típica consistía en poner mantones y en llenar el suelo de las calles de murta. El itinerario actual de la procesión no difiere mucho del original, se mantiene el lugar de salida: la Puerta de los Apóstoles de la Catedral. Otra de las figuras particulares y más vistosas del Corpus valenciano es la Moma, junto con los Momos. Ambos llevan a cabo un baile conocido como la “Danza de la Moma”, en el que se representa el poder de la virtud (Moma) sobre el mal (los Momos), que son los siete pecados capitales. Es una danza cargada de simbología, donde la Moma viste de blanco y los Momos de colores llamativos como rojo o negro, en representación del infierno. Este ceremonial forma parte de esa sobrecarga barroca tan característica del momento.

 

En este contexto, donde la Iglesia Católica y el Protestantismo de Lutero mantenían una lucha; en València tendrá peso la figura de Juan de Ribera, más conocido como el Patriarca (1532-1611). Fue el gobernador de la diócesis de València, y el responsable de que la Contrarreforma llegase a estas tierras. El Patriarca fue el impulsor de la construcción del Colegio del Corpus Christi. Para decorarlo compró obras de artistas italianos barrocos, entre los que se encuentra una copia del Martirio de San Pedro de Caravaggio. La Muerte del Patriarca Ribera provocará una intensa crisis espiritual en València y un vacío, que será retomado por el Pare Simó, quien cultivó entre el pueblo la religiosidad de los milagros.