Balansiya bajo El Cid

Otoño de 1097. Cae la noche en el arrabal de Roteros, un barrio de reciente construcción donde trabajan los curtidores. Soldados del Cid hacen la ronda tras el toque de queda. Hace ya tres años que tomaron la ciudad pero, acostumbrados a las razzias y saqueos, la tensa calma hace flaquear los ánimos. La población de Balansiya ha sido expulsada de la medina y su cadí, Ibn Yahhaf, quemado vivo. Es la última y mayor afrenta tras décadas de soportar ultrajes a manos de los ejércitos castellanos que los ahogan con parias y tributos. La única esperanza, la liberación almorávide, parece todavía muy lejana.