El Siglo de Oro (primavera de 1499)

El Siglo de Oro Valenciano se considera un gran movimiento cultural, que aporta las mejores obras literarias en esta lengua, entre otras muchas novedades culturales, artísticas o arquitectónicas.

 

Este gran apogeo del Reino de Valencia finalizará con el descubrimiento de América, ya que la corona de Aragón y la corona de Castilla invertirán todos sus recursos en esta causa. Otro importante factor será la Inquisición, que provoca la huida de gran número de intelectuales, así como de comerciantes y orfebres.

 

La Lonja es el colofón de una larga lista de edificaciones civiles y religiosas que fueron erigidos en este periodo. Ya desde mediados del siglo XV, la ciudad se planteó sustituir la vieja Llotja de l’Oli por un espacio más grande y majestuoso. Hubo que derribar viviendas de la zona y modificar algunas calles, pero en el año 1483 comenzaban las obras junto a la Plaza del Mercado y bajo el mando de Pere Compte y Juan Ibarra. Se construyó basándose en el modelo de la Lonja de Palma de Mallorca, pero con un tamaño mayor y una decoración arquitectónica más rica y abundante. Es uno de los mejores ejemplos arquitectónicos del esplendor del Siglo de Oro Valenciano.

 

Se ha discutido si realmente fue tan espléndido como se suele creer, sobre todo en el plano económico, sobre si este auge afectó a todo el reino o solamente a la ciudad de València. Lo que sí es evidente es que desde el punto de vista patrimonial ha dejado cantidad de palacios, iglesias, castillos, retablos, platería o cerámica.

 

El gótico llegó por el Mediterráneo hasta València, haciendo de este estilo el más característico de la zona. Fue impulsado, en parte, por las clases medias de las ciudades, como los mercaderes, notarios o los artesanos, que eran los que contaban con los recursos suficientes para preocuparse por temas artísticos. El gótico mediterráneo se diferencia del que se desarrolla en el norte de Europa en que cobran más importancia los grandes espacios y no es tan vertical como el europeo. En cuanto a la pintura valenciana, tiene su apogeo entre finales del siglo XIV y la primera del XV, cuando se implantan grandes talleres en ciudades como València o Morella. A lo largo del siglo XV la influencia flamenca fue la más decisiva en la pintura, aunque adaptándose a los gustos recargados de la clientela local, reconocible por los fondos dorados y ropajes vistosos de los personajes.

 

La cerámica fue la producción artística de más proyección internacional de la edad media valenciana. Este esplendor se debió en parte a algunas familias nobles de poblaciones como Paterna o Manises que atrajeron mano de obra musulmana de lugares como Málaga. En estas ciudades comenzó a fabricarse cerámica verde manganeso y azul y más adelante la loza dorada que se vendería por los mercados europeos y que llegaría hasta las cortes.

 

La arquitectura gótica llegó al Reino de Valencia. El primer vestigio del que se tiene constancia es la iglesia del Salvador de Borriana, uno de los primeros edificios de esta corriente en la Corona de Aragón. La catedral de València es el edificio religioso más importante de la ciudad, también de estilo gótico valenciano.

 

Los retablos alcanzaron un gran auge, sobre todo a partir de finales del siglo XIV. Gracias al gran desarrollo económico de València y a al culto a las imágenes religiosas. Se formaron talleres en la capital, de gran importancia, y en un primer momento llevados por extranjeros (italianos, nórdicos o catalanes).

 

La arquitectura tuvo su propia personalidad dentro del estilo mediterráneo, y en el siglo XIV se caracterizó por arriesgados juegos geométricos y por el arte del corte de la piedra. Ejemplos de este estilo son la Capilla del Santo Cáliz, en la Catedral de València, obra de Andreu Julià, así como también el famoso Micalet, la torre octogonal, en la que participó Pere Balaguer. Este arquitecto también es el autor de la Puerta de Serranos. En la siguiente generación encontramos a figuras como Francesc Baldomar, del cual sería discípulo Pere Compte, arquitecto principal de la Lonja, obra que se considera el broche final del esplendor del gótico valenciano.

 

La literatura también vivió su propio auge y esplendor en lengua valenciana en el siglo XV. Uno de los escritores más renombrados es Joanot Martorell, autor de la obra de caballerías Tirant lo Blanch, escrita entre 1460 y 1464 y publicada en 1490. En el siglo XVI se tradujo a otros idiomas como castellano, italiano y más adelante al francés. Pero esta novela ya no se rige por los postulados de la típica novela caballeresca, ya que los valores aristocráticos ceden ante la sensibilidad burguesa, que se rinde con los tintes humorísticos y la erótica de la obra, lo que indica ya un cambio en la mentalidad de la sociedad de la época cara a la Edad Moderna.

 

Ausiàs March, caballero y poeta del mismo siglo, será una de las figuras más relevantes en esta lengua. Se conservan 128 poemas de Ausiàs March en manuscritos y ediciones antiguas, que se han clasificado según la temática de la siguiente manera: de amor, de muerte, morales y espirituales.

 

Pero la impronta propiamente burguesa de este momento viene dada por Jaume Roig, médico de la reina María y administrador de uno de los hospitales de València. Es el autor de L'Espill, que pertenece a la corriente moralizadora de la Edad Media. Al contrario que Martorell en Tirant lo Blanc, Roig se decanta por un carácter pesimista y machista.

 

La introducción de la imprenta en València en 1473, hace que la clientela de las obras literarias crezca, y se va transformando cara a una sociedad más burguesa. La imprenta llega de la mano de los tipógrafos Alfonso Fernández de Còrdova y Lambert Palmart. El libro impreso abarataba los costes de producción y satisface una demanda cada vez más creciente.