La organización obrera (mayo de 1901)

Los delegados de la Asociación Internacional de los Trabajadores tuvieron una importante presencia y actuaron en tierras valencianas, uniéndose así a la ya complicada de por sí, situación política del momento. El ideario republicano tuvo una gran importancia en el mundo del trabajo, pero la época del Sexenio se caracteriza por la aparición de ideologías y organizaciones propiamente obreras. Este tipo de organizaciones, en determinados momentos trajeron consigo algunos problemas para el gobierno, como pasó en Alcoi, donde los obreros tuvieron enfrentamientos con las autoridades republicanas locales.

 

Los obreros del campo y de la ciudad fueron los principales perjudicados por la subida de los precios desde el estallido de la Primera Guerra Mundial. Es en este momento y con la citada situación económica como telón de fondo, cuando se fue consolidando el movimiento obrero organizado. Las huelgas y movilizaciones se incrementan hasta llegar a su punto álgido en 1919. En 1920 disminuyen las huelgas, pero se produjeron numerosos atentados y actos represivos. A partir de la siguiente década, con la recuperación económica, fue disminuyendo la conflictividad social.

Esta época conflictiva se desarrolló entre 1914, con el inicio de la Primera Guerra Mundial, y 1923, año en el que se produjo el golpe de estado de Primo de Rivera. A pesar de que España se mantuvo al margen de la guerra, sí que sintió sus consecuencias. La descomposición del sistema de partidos del régimen, la corrupción electoral o la falta de representatividad parlamentaria, además de las demandas democratizadoras de una gran parte de las fuerzas políticas y sociales situadas al margen del sistema, como los republicanos, socialistas o los sindicatos, son las claves para entender este momento histórico de conflictividad y crisis del sistema de la Restauración. Así, en 1917 tenemos tres movilizaciones diferenciadas: la del ejército, manifestada con las juntas; la de las fuerzas políticas como los republicanos, catalanistas y socialistas que quieren una reforma constitucional y democrática del régimen y se agrupan en la Asamblea de Parlamentarios convocada; y por último la movilización sindical. Estas últimas, agrupadas en torno a la UGT y la CNT, piden la mejora material de las clases trabajadoras, y también sus derechos de representación y participación en la vida política, económica y laboral.

 

La huelga general de agosto de 1917 en València, nos remonta a un momento de agravamiento progresivo de una situación que ya se arrastraba desde 1914. Había una grave crisis en sectores de la agricultura exportadora valenciana, y a raíz de esto, el malestar en las zonas de campo comenzaban ya con el inicio del conflicto bélico en Europa. La carestía, la inflación, el paro y el empeoramiento del nivel de vida de las clases trabajadoras valencianas fueron los detonantes del nacimiento de nuevas formas de movilización.

 

En febrero y diciembre de 1916 se habían convocado dos huelgas generales, además de otra en septiembre en la comarca de l’Horta que fue especialmente convulsa. Durante 1917 hubo sucesivas protestas en varias localidades valencianas, y el malestar se notaba especialmente en el campo. En las comarcas naranjeras como Vilareal o Borriana, se hicieron notar, así como también en la huelga general en la Ribera, en marzo. Hubo más huelgas generales en el Camp de Túria y en la Folla de Bunyol en mayo y junio. Al mes siguiente continuaron en las zonas de Llíria, Pedralba, Paterna, Utiel, Alfafar o Carlet. Incluso, en pueblos como Bunyol, Gestarbar y Godelleta llegaron a proclamar la República.                                                                                                                                                                               

 

En agosto, los sindicatos UGT y CNT convocan una huelga general para todo el país, la cual fue secundada en València y Alicante y sobre todo en Barcelona, Madrid, Andalucía y en muchas zonas del norte. Pero el ejército logró controlar el movimiento, con un resultado de más de setenta muertos y la detención del comité de huelga.

 

Toda esta conflictividad social se fue intensificando hasta llegar a 1919, donde alcanzó su máxima expresión. Siguió una economía marcada por el incremento de los precios de los artículos básicos, unos salarios siempre por debajo de la inflación con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo, a la par que la agricultura valenciana exportadora pasaba por su peor momento. Con todo este caldo de cultivo, las organizaciones obreras agrícolas e industriales valencianas llevaron a cabo sus reivindicaciones. Su carácter era defensivo, y buscaban una mejora de las condiciones laborales y sociales, entre ellas: aumento salarial, reducción de horas de trabajo, protestas contra la subida de los precios y la carestía de la vida, dejando un poco de lado las protestas contra el orden establecido. Pero la lucha obrera se fue incrementando a medida que los problemas políticos y sociales se agravaron y los propios conflictos provocan cada vez más despidos, detenidos, presos y víctimas. Esta lucha se mantuvo hasta principios de la década de 1920.

 

Durante este tiempo el movimiento obrero de València, se incrementó en cuanto a fuerzas y consolidó su estructura organizativa y capacidad de acción. El contexto se veía afectado por las expectativas creadas en Rusia de esperanza y optimismo. La implantación de la CNT en tierras valencianas creció a lo largo de 1918 y en paralelo al incremento de la conflictividad social. En las elecciones celebradas en este mismo año, la Alianza de Izquierdas tuvo un muy buen resultado en las comarcas centrales, siendo primera fuerza política en localidades como Alginet, Algemesí, Cullera, Sollana, Sueca o Bunyol.

 

La CNT, por su protagonismo en las movilizaciones llevadas a cabo durante estos años, merece una mención especial. La central confederal, puso en marcha un fuerte movimiento sindical con fuerte arraigo en València, a la vez que se consolidaba su estructura organizativa. En el Congreso Campesino de València de 1918, la Federación Nacional de Agricultores Españoles (FNAE) se integró en la CNT. Esta federación había sido creada en 1913 y en 1914 se unió a ella la Federación de Sociedades Agrícolas de Levante. Ya en 1919, haciendo lo mismo que en Andalucía o Catalunya, se fundó la Confederación Regional del Trabajo de Levante (CRT). Ésta, incluía, además de las tres provincias valencianas, Murcia y Albacete, y contaba con 132.000 afiliados. Además de los afiliados del mundo industrial, unos 20.000 pertenecían a sindicatos y sociedades campesinas, sobre todo de la provincia de Valencia. De esta manera, se consolidaba el anarcosindicalismo agrario, que ya había dado sus primeros coletazos hace años, pero que es en este momento, a partir de 1917, cuando se afianza por completo. La distribución geográfica de la afiliación es la siguiente: destacaban Valencia y Alicante, mientras que Castellón se circunscribe a València y a Vinaròs y Soneja. Los anarcosindicalistas de Alicante se concentraban en los núcleos industriales como Alcoi, Elda o Alicante, aunque también consiguieron presencia en lugares como La Marina, el Marquesat de Dènia, o en localidades de tradición socialista como Elx o Torrevieja.

 

La UGT, se consolidó más en la capital alicantina y en algunas comarcas valencianas como la Ribera Alta. Aunque el momento de más afiliación a este sindicato se dio en la década de 1920, llegando a los 56.000 afiliados en 1931.

 

Las noticias sobre la Revolución Rusa, llegaron a València de forma diferente, dependiendo de las distintas ideologías que había dentro del movimiento obrero. La CNT acordó adherirse de forma provisional a la Tercera Internacional, en medio de un ambiente de entusiasmo y de solidaridad con el proletariado ruso. Entre los valencianos que apoyaron esta propuesta estaba Rafael Vidiella, presidente del Sindicato de Artes Gráficas de València y futuro presidente del PSUC, además de Hilari Arlandis, con una tendencia pro bolchevique que le empujará a convertirse en militante del Partido Comunista. Mientras tanto, los socialistas iban con más cautela. De todas formas, dos destacados hombres de la cultura alicantina, José Verdes Montenegro (catedrático), y Rafael Millá (tipográfico), fueron grandes defensores de adherirse a la Tercera Internacional. Había aparecido en València el semanario La Revuelta como portavoz de la corriente a favor de la Tercera Internacional.

Finalmente, en 1922 nacía el Partido Comunista de España, como fusión del Partido Comunista Español y el Partido Comunista Obrero Español.