En época visigoda coexistían en la península ibérica dos grupos de población. Los visigodos, que ostentaban el poder político, eran minoritarios, pues apenas sumaban unos 200.000 individuos, a los que habría que añadir algunos miles de suevos y vándalos, los otros pueblos germánicos llegados con las invasiones. En cambio, los hispanorromanos eran la inmensa mayoría, en torno a cuatro millones de habitantes. En principio unos y otros vivían separados, manteniendo diferente estatus jurídico, costumbres y religión, pues los visigodos eran arrianos y los romanos católicos. Los reinados de Leovigildo (572-586) y Recaredo (586-601) supusieron que ambos grupos alcancen la uniformidad religiosa en el catolicismo y fuesen iguales desde el punto de vista legal, el único privilegio que mantendrán los visigodos será que la elección del nuevo rey sigue recayendo en uno de ellos.

La sociedad visigoda estaba encabezada por el rey. Es un cargo electo, en la elección participan los notables más influyentes del reino. Solamente hubo unos pocos casos en los que el nuevo rey heredase la corona de su antecesor, como los ya mencionados Leovigildo y Recaredo, padre e hijo. 

Inmediatamente debajo del monarca se encuentran los nobles, de los cuales existen dos grupos, los cortesanos que están al servicio directo del monarca, y los grandes linajes nobiliarios. Muchos cortesanos reciben fincas y otras propiedades que pertenecen al rey para administrarlas en su nombre, y en ocasiones esto es el origen de un nuevo linaje, pues la monarquía visigoda se caracteriza por una tendencia a la disminución del poder del monarca en favor de la nobleza, a los que ceden propiedades para contar con su apoyo, y por otro lado los grandes linajes de nobles que constituyen clanes con una gran influencia en la política y que tienen un gran poder, al recaer en ellos la responsabilidad de la elección del nuevo monarca, muchos candidatos a la corona hacen donaciones de parte de su patrimonio a otros nobles para contar con su apoyo en la elección, de esta manera muchos reyes acceden al poder teniendo una gran dependencia de sus partidarios para mantenerse en el cargo.

Una de las causas principales que provocarían la rápida desaparición del reino visigodo tras la derrota ante los musulmanes fue precisamente la debilidad que causaban las disputas entre las diferentes facciones nobiliarias, muchos de los cuales abandonaron a su suerte al monarca, prefiriendo pactar con los invasores para mantener sus privilegios a cambio del pago de un tributo. Los reyes godos aumentan el patrimonio real mediante la confiscación de bienes a los nobles disidentes para recompensar a los leales, lo que origina revueltas de los desposeídos y la formación de alianzas políticas de partidarios y descontentos, obligando al rey a mantener un difícil equilibrio entre las distintas facciones.

Junto a los nobles, están las altas jerarquías de la iglesia, los obispos y arzobispos, algunos de los cuales tienen grandes propiedades y participan activamente en la política, principalmente a partir de la imposición del catolicismo y el fin del arrianismo como religión dominante, mediante los concilios convocados en Toledo.

Finalmente, está el conjunto del pueblo, habitan principalmente el medio rural, en torno al 75-80% de la población vive en el campo. Se distinguen dos grupos principales, por un lado los que poseen ciertos derechos y trabajan las tierras cedidas a cambio de prestar servicios a su patrón éste les protege, y son la raíz del feudalismo, o bien los siervos(servi) que no poseen derechos y dependen completamente de un amo para el que trabajan. Algunos siervos viven en ciudades y trabajan al servicio de la administración del reino y disfrutan de mejores condiciones de vida, pero en conjunto el de los siervos es el grupo social que vive en peores circunstancias, con un empeoramiento progresivo de su situación, que se mostró claramente con la invasión musulmana, que fue recibida con indiferencia por la mayoría de la población debido a la marginación que sufrían y a su pésima situación.