El patio y la comida

La comida

La comida principal era la del atardecer. No utilizaban cubiertos, comían con las manos, excepto para las sopas y papillas, para las que sí había cucharas de madera. En los banquetes se comía carne asada de cordero o vaca, ya que la de cerdo estaba prohibida. 

 

Uno de los rituales del islam relacionado con la comida consiste en recibir a un invitado por primera vez ofreciéndole un vaso de leche, dátiles y almendras. La leche es un símbolo de la pureza de sentimientos, los dátiles representan el soporte alimenticio de los musulmanes y es el símbolo del ofrecimiento de ayuda material, y las almendras son un alimento muy nutritivo. Hay una larga lista de recomendaciones sobre comer y beber en la Sunna.

 

Los musulmanes introdujeron en la península Ibérica muchos de los alimentos que para nosotros son cotidianos actualmente. Entre ellos se encuentran las alcachofas, las berenjenas o los espárragos. Además, cultivaban hortalizas como la calabaza, los pepinos, las judías verdes, los ajos, la cebolla, la zanahoria, el nabo, las acelgas o las espinacas. En cuanto a las frutas, la más consumida era la sandía. Los cítricos también llegaron de Asia oriental, y en un principio los utilizaban como conservantes para otros alimentos, aunque también extraían el zumo para elaborar bebidas. El membrillo y el albaricoque también fueron importados.

 

Pero no nos podemos olvidar de las especias, tan características en la cocina musulmana. Entre las que llegaron a la península se encuentran la canela, el azafrán, el comino, el jengibre, el cilantro o la nuez moscada, entre otras.

Los cereales, además de para hacer pan, también eran utilizados para la elaboración de gachas o sopas. Introdujeron la caña de azúcar en Europa, que junto con la miel se utilizaba para endulzar otros alimentos.

 

 

 

 

El patio

 

Las viviendas de los musulmanes eran pequeñas, con una sola planta. Pero tenían un patio grande con un pozo y algunos árboles. La cocina de las casas era muy pequeña, disponía de un hornillo de barro que funcionaba con carbón vegetal. Las casas contaban también con una despensa donde se guardaban alimentos como el aceite, la harina, la miel o la carne. La carne se conservaba en grasa, dentro de unas orzas de barro. Por las noches las viviendas se iluminaban con velas o con candiles de aceite y en invierno las familias se calentaban con braseros.

 

Al igual que en la mayoría de ciudades islámicas, el centro de la ciudad era donde se encontraban los edificios de uso público, como la mezquita, el zoco o mercado y la ciudadela (alcazaba). Las clases más pudientes eran las que vivían en torno a esta zona, por lo que disponían de un acceso más fácil y rápido. El resto vivía en zonas cerca de la muralla de la ciudad o en suburbios fuera de la villa. Las calles de las ciudades musulmanas solían ser bastante estrechas debido a que no usaban carros, ni transportes con ruedas, por lo que las calles disponían del ancho necesario para pasar los animales de carga, como burros o caballos. Los principales obradores de la ciudad se encontraban a lo largo de la acequia de Na Rovella, que en los primeros tiempos del cristianismo era más conocida como acequia de la Morería.