Piezas dramáticas de un solo acto representadas en la festividad del Corpus Christi. Su objetivo era la exaltación de la eucaristía de manera alegórica. Los municipios rivalizaban por encargar la confección a los dramaturgos más brillantes, especialmente a lo largo del siglo XVII, cuando el género llegó a su plenitud con obras como El gran teatro del mundo y La vida se sueño de Calderón de la Barca (1600-1681).