La ciencia (la acción transcurre el año 1719)

La llamada Ilustración valenciana se benefició, desde finales del siglo XVII de los intercambios en Europa para promover el desarrollo científico en el país, el cual se hallaba sumido en cierto retraso respecto a sus vecinos. Las ciencias contaron con escaso respaldo oficial, y los investigadores casi siempre fueron autónomos. De hecho, el término con el que se les conoce, novatores, fue acuñado por sus detractores, aunque terminaron por hacerlo propio.

El primer antecedente de los novatores es José Zaragoza, que en los años 1660 fue una figura de gran importancia en la enseñanza por su labor en el Colegio de San Pablo. Destacadas figuras pertenecientes a este movimiento fueron Baltasar Iñigo, Juan Bautista Corachán y Tomás Vicente Tosca, los tres matemáticos, y Crisóstomo Martínez o Juan de Cabriada, defensores de la ciencia experimental.

 

El marqués de Villatorcas organiza con ellos tertulias, en las que defienden la necesidad de la apertura a Europa, para tener acceso a los avances científicos  y así poder consultar las obras de los principales autores como Galileo y Boyle.

 

Un elemento caracterizador de la Ilustración valenciana es el interés por el método crítico, cuyo origen está en la rivalidad con los países protestantes, que acusan a los católicos de ser excesivamente crédulos por influencia de la religión. El principal intelectual del criticismo histórico es Manuel Martí (1663-1737), que cursó sus estudios en Valencia y en Roma, donde estuvo diez años y llegó a ser bibliotecario del cardenal Sáenz de Aguirre, y participó en la publicación de la obra Biblioteca Hispana Vetus, obra inacabada sobre todos los autores hispanos anteriores al 1500. A su regreso a España, ejerció de deán de la iglesia de San Nicolás en Alicante, donde tuvo una fuerte influencia en varios intelectuales de la época, como el historiador P. José Rodríguez (autor de la Biblioteca Valentina),  el catedrático de retórica José Manuel Miñana y cuya obra más conocida es De bello rustico valentino y Jacinto Segura, autor del Norte Crítico. El personaje central no obstante es Gregorio Mayans (1699-1781), figura central de la  primera fase de la Ilustración española junto a Benito Feijoo.Mayans tiene un complejo perfil intelectual, pues cuenta con una extensa formación como jurista, y es historiador vocacional con un amplio conocimiento de las lenguas clásicas. Su relación con Martí y sus propias ideas le llevaron a defender una forma de religiosidad opuesta a la tradicional, sostenida por las órdenes religiosas, y abogando por recuperar el pensamiento del s. XVI de carácter humanista, inspirado en las ideas de Erasmo.

 

 

 

Estableció contacto con los principales intelectuales europeos de la época, algo que se ha podido documentar gracias a su extensa correspondencia, como Ludovico Muratori, pilar de la Ilustración italiana, con el francés Roque Deville, y con el holandés Gerard Meerman, el cual fue clave para Mayans, ya que le ayudó a difundir su obra por el norte de Europa mientras le facilitaba el acceso a las obras de autores de esos países. A pesar de su importancia como intelectual, Mayans no gozaría de buena relación con la Corte, debido a que su familia había sido partidaria del archiduque Carlos, y muchas de sus críticas a las tradiciones y religiosidad del país le valieron la etiqueta de antiespañol, por lo que a partir de 1739 se retiraría a Oliva. Su intento de impulsar una Academia Valenciana fue efímero (1742-1751), fue ignorado por el gobierno y se convirtió en blanco de la Inquisición, provocando así la desvinculación  de la mayoría de intelectuales integrados en el proyecto. Solamente durante el reinado de Carlos III se reconocerían los méritos de Mayans, obteniendo cargos de importancia, como el de alcalde de Casa y Corte, y le fueron encomendados proyectos como la elaboración de un nuevo plan de estudios para las universidades españolas, que sería criticado por los rectores universitarios de todo el país. Fue uno de los miembros fundadores de la Real Sociedad Económica Valenciana de Amigos del País, fundada en 1776.