El rey de Castilla y León, Alfonso VI, desterró a Rodrigo Díaz de su reino en dos ocasiones: en 1081 a raíz de una cabalgada que hizo contra el reino de Tolaitola (Toledo) sin su permiso, y, definitivamente, después de haberle perdonado en 1087, por no acudir a la llamada del rey para hacer frente a los almorávides dos años después.