En 1572 apareció una supernova en la constelación de Casiopea, hecho que negaba las teorías sostenidas oficialmente por la Iglesia sobre la inmutabilidad del universo, basadas en Aristóteles y que ya habían sido rebatidas por Copérnico. Como Jeroni Munyós, un astrónomo de la talla de Tycho Brahe, maestro de Kepler, también publicó sus observaciones sobre ese cuerpo celeste.