La ciudad islámica medieval es el reflejo de la sociedad musulmana, formada por grupos familiares amplios. Cada barrio alberga un clan, la rama de una tribu, y tiene una vida autónoma diferenciada del resto, con su propio horno, baño, mezquita e incluso con calles particulares, adarves –ad-darb, senda– y callejones –az-zuqaq, calleja–, que no conectan con el resto de la trama urbana.