Las Germanías jamás cuestionaron la institución monárquica, pero, enemistadas con Carlos I y perdida casi toda esperanza al ser degollado el líder radical Vicent Peris en marzo de 1522, hizo su aparición en Xàtiva el llamado rey Encubierto. Se presentaba como nieto de los Reyes Católicos –apartado de la corte de pequeño y criado por una pastora en Gibraltar–, y se consideraba el enviado de Dios para liberar al pueblo agermanado y restaurar la justicia universal. Se le dio muerte muy poco después y fue sustituido por sucesivos Encubiertos clandestinos que no lograron revitalizar la revuelta.