Concilio ecuménico de la Iglesia cristiana celebrado entre 1545 y 1563, en plena crisis de la Reforma protestante. La aplicación de sus decretos constituyeron una Contrarreforma del catolicismo plasmada en: la afirmación de la autoridad central de la Iglesia, el establecimiento de colegios para formar eclesiásticos y la clase dirigente, la creación de nuevos órdenes religiosas como los jesuitas y los capuchinos, y la aplicación rigurosa de la confesionalidad de las monarquías, hecho que supuso la represión de las minorías religiosas. De Trento surgió una Iglesia más poderosa que inició un período de fe dinámica y expansiva pero intolerante.