La Valencia del siglo XIV fue un centro comercial de primer orden comparable con Génova y Venecia a pesar de no contar con un puerto, un proyecto que se planteó en varias ocasiones tras la conquista, pero que no se llevó a cabo hasta el siglo XVIII. A pesar de esta grave carencia, la ciudad contaba con unas atarazanas y un faro, prueba de su importancia en las rutas comerciales. En el reparto de la ciudad tras la conquista, se menciona la entrega de casas y talleres a muchos artesanos y comerciantes, entre ellos algunos extranjeros, para favorecer la transformación de Valencia como uno de los principales puertos y centros económico de la corona aragonesa, consolidándose como el principal puerto comercial a partir de 1375, cuando Barcelona entró en crisis. La ciudad estableció conexiones con la mayoría de puertos de importancia, destacando las rutas con Inglaterra y Flandes, lugares de gran importancia en la producción textil. La conquista de Sicilia convierte esta isla en un destino de gran importancia de la producción de paños de baja y media calidad.
El proceso de elaboración de tejidos se desarrollaba en todo el reino: la lana se producía principalmente en las comarcas del norte, donde la ganadería era la principal actividad económica. En 1311 se datan las primeras ordenanzas municipales que regulan el trabajo de tejedores y tintoreros. Dos funcionarios, los veedors, nombrados por la autoridad municipal se encargaban de supervisar la calidad de los tejidos. A lo largo del siglo XIV, la industria textil valenciana comienza a crecer y se desarrolla una élite urbana dedicada a la producción y comercialización de los paños, que exigen protección para su trabajo, en 1326 Jaime II ordena la expulsión de todos los comerciantes italianos de la ciudad, aunque apenas tuvo incidencia. La industria textil valenciana ya estaba consolidada e iniciaba su expansión hacia los mercados extranjeros. A mediados del siglo XV la producción de lana autóctona entra en crisis y aumenta la importación de lana aragonesa y castellana, de las que Valencia sigue siendo el principal puerto distribuidor. En cambio, la elaboración de paños alcanza su cenit, aunque este momento tuvo una duración muy breve. La elaboración de textiles se convierte en el sector con mayor mano de obra y oficios vinculados a él: tejedores, tintoreros, cardadores… incluso campesinos de los alrededores de Valencia trabajan por su cuenta en sus casas, elaborando paños de baja calidad para obtener ingresos complementarios, lo que inicia un conflicto con los maestros de la ciudad, que se quejan de que estos productos de inferior calidad crean mala fama a los producidos en la ciudad, que en muchos lugares son rechazados. La competencia de paños castellanos e ingleses acabó obligando a los artesanos a impulsar una reconversión completa de la industria,y a partir de mediados del siglo XV se introducen la seda y el lino, que en unas décadas sustituyen a la lana como principales materias primas.