Las transformaciones propias de este período impulsaron nuevos gustos e inquietudes en la burguesía valenciana. Durante la Restauración se produce el fenómeno de La Renaixença, un movimiento cultural que trata de recuperar la identidad regional, entendida como inseparable de la española, por medio de la actividad literaria, con una fuerte influencia del Romanticismo que se extendía por toda Europa.
Con este propósito se fundó Lo Rat Penat en 1878, por iniciativa de Constantí Llombart, Teodor Llorente y Félix Pizcueta, para fomentar la creación artística y estudiar la cultura valenciana, y la recuperación del valenciano mediante actividades culturales, en especial la poesía y los conocidos Jocs Florals, pero sin recaer en el uso político de la lengua para configurar un nacionalismo valenciano. Este elemento tuvo una fuerte inspiración en la zona de l’Horta y en la ciudad de Valencia, la ausencia de un imaginario colectivo para todo el territorio hizo que fuera el único referente para los valencianos, y a pesar de sus limitaciones fue asumido por la mayoría de ellos.
Se trata de fomentar una imagen común entre las tres provincias hermanas, apelando a su legado histórico como parte de una misma región. Lo Rat Penat contribuyó a formar esta identidad regional mediante la promoción de actividades culturales, junto a la obra de Sorolla, autor de escenas típicas del paisaje valenciano, y Blasco Ibáñez y su ciclo literario, muy influido en su por el año y medio que vivió en París. El teatro, y en especial el género del sainete valenciano, tuvo una fuerte influencia por parte del escritor, aunque la obra más conocida de este género, El virgo de Visanteta data de 1845, escrita por Josep Bernat i Baldoví.
Valencia contaba con el Teatro Principal y el Teatro de la Princesa, inaugurados en 1832 y 1853 respectivamente, y la plaza toros, construida entre 1850 y 1860, para la celebración de las populares corridas. En los años siguientes, se fundaron otros locales dedicados al ocio, como los cines Doré o Metropole, y comenzaron a celebrarse las Fallas. En los inicios del nuevo siglo se produjo la fundación de clubes deportivos, como los equipos de fútbol de la ciudad, y la inauguración de piscinas públicas, una de las más populares fue la de Las Arenas. El entorno universitario tuvo una gran importancia en la difusión de las prácticas deportivas, su programa de actividades incluía el baloncesto, el rugby o el atletismo.
Otras instituciones cuyo origen se ubica en este periodo son el Conservatorio y el Ateneo Mercantil, que tratan de promover la culturales y poner en contacto a los socios con intereses comunes, que intercambian opiniones y organizan tertulias para debatir. Este proceso de consolidación identitaria vio su momento culminante en 1909, año de la Exposición Regional de Valencia, cuyo himno comenzaba con la frase “Per a ofrenar noves glories a Espanya”, dando muestra así de las intenciones de la exposición y de sus organizadores, y reflejando las inquietudes de los valencianos.