Los trabajadores

A finales del siglo XIX surgieron en toda España grupos de izquierda, fruto del descontento con el sistema bipartidista de la Restauración. En Valencia este descontento se manifestó con el nacimiento del blasquismo, y el nacimiento de grupos socialistas y anarquistas, así como de los primeros sindicatos obreros.

La respuesta de los círculos conservadores fue la organización de sus propios grupos, empleando mecanismos idénticos para movilizar a sus partidarios como los discursos de carácter populista y las manifestaciones. La iglesia no formó ningún partido político de manera abierta, prefiriendo dejar a sus simpatizantes este cometido, formando asociaciones benéficas que se instalan en barrios obreros para tratar de combatir mediante la propaganda y acciones caritativas la influencia de los sindicatos y la difusión de ideas revolucionarias.

 

En 1880, el jesuita Antoni Vicent fundaba la Casa de los Obreros de San Vicent Ferrer, que sería la primera de las asociaciones católicas de obreros fundadas en territorio valenciano. Vicent fue el impulsor de otras muchas asociaciones similares, con la colaboración de preeminentes católicos valencianos, como el jurista Rafael Rodríguez de Cepeda. En 1895 ya existían en Valencia unas setenta agrupaciones de este tipo con unos veinte mil socios, que dieron impulso al nacimiento de sindicatos agrarios, que funcionaban también como cooperativas y cajas de crédito rural, prestando dinero a interés mucho más bajo que los prestamistas. Estas asociaciones, fueron promovidas en muchas ocasiones por los grandes propietarios con el apoyo de la Iglesia para  el control de los obreros y combatir a los sindicatos izquierdistas y su discurso de la lucha de clases y resistencia frente a los abusos mediante la difusión de la fe. Pero muchos otros empresarios y terratenientes fueron contrarios a ellas, ya que consideraban que podían ser el origen de otras asociaciones obreras fuera de su control, esta consideración hizo que los sindicatos cristianos se encontraran con muchos obstáculos.

 

 

 

Las asociaciones cristianas ponen en marcha sus propias escuelas, donde la religión tiene un destacado papel central como disciplina educativa, considerada por el padre Vicent como un mecanismo fundamental para la regeneración de la sociedad. Gregorio Gea fundaba en 1884 el Patronato de la Juventud Obrera de Valencia, cuya finalidad era combinar labores docentes, recreativas y sociales, enfocadas hacia los jóvenes valencianos, mediante la creación de escuelas de formación profesional y técnica, combinadas con el solfeo y el dibujo, y otras disciplinas similares. Al mismo tiempo que se preocupaban por la espiritualidad de los miembros, trataban de facilitar su integración en el mercado laboral.

La conflictividad  ocasionada por la crisis agrícola iniciada a raíz de la Primera Guerra Mundial devolvió brevemente el impulso a las asociaciones católicas, y en 1916 se creaba la Federación Valenciana de Sindicatos Agrícolas, organización que fue creciendo hasta que en 1921 volvió a entrar en crisis, causando la desaparición de muchos de los sindicatos que formaban parte de ella.

En los últimos años del siglo, nacen otras sociedades, en las que el aspecto religioso cobra mayor importancia que el social, como la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús, muchas de las cuales entran en política, y tratan de conseguir votos y organizarse como partidos y movilizar a sus partidarios de manera más abierta que las primeras organizaciones de este tipo, aunque no consiguen suplantar a la derecha tradicional. En 1903, fruto de la movilización del catolicismo político nació la Liga Católica, un partido confesional y supeditado a la Iglesia, que copia la retórica y movilización del blasquismo adaptándola a sus ideales. Sin embargo, su defensa de ideas idénticas a los grupos conservadores ya existentes, junto con la reorganización de los carlistas y otros grupos con los que suele formar alianzas electorales, hicieron que su influencia quedara muy limitada y no consiguieron consolidarse como una alternativa a los partidos tradicionales.