Es con el auge del comercio cuando florece la burguesía, quien utilizaba las alianzas matrimoniales para obtener un ascenso social que solo podía lograr a través de emparentar con familias nobles, con un status social ya arraigado. Los matrimonios implicaban la aportación de unas dotes cuyo tamaño dependería no sólo del factor económico, sino también del lugar social al que se quería aspirar. A finales del siglo XV, la dote percibida por un agricultor era de una media de 40 libras, mientras que la de un artesano era de 80 libras, aunque en este caso se movían entre un abanico más amplio que el de los agricultores, ya que había artesanos de mayor categoría social que otros. La de los mercaderes estaba en torno a las 195 libras, pero también con grandes márgenes. En el caso de los notarios los límites inferiores suben y la media se sitúa en las 400 libras. Uno de los “puentes” más utilizados como ascensor social en la València del siglo XV eran los títulos universitarios, las dotes de la gente con titulación se movía entre las 1000 y las 1250 libras. Pero si se habla de ascenso social, en la cúspide de la pirámide se encuentra la nobleza, la meta a donde pretenden llegar el resto de clases. Las dotes de los nobles oscilaban en torno a las 3000 libras de media.
La tierra se heredaba, es decir, la mayoría de agricultores a finales del siglo XV en Valencia, eran hijos de agricultores. Aunque muchos de estos hijos dirigían su vida laboral hacia el artesanado y un reducido número se hacían clérigos. En cuanto a las hijas de los agricultores, las casaban la mayor parte de las veces con artesanos, la única forma de ascenso social para los agricultores.
En el mundo de los artesanos tres cuartas partes de sus hijos, eran también artesanos, y los que no, se orientaban hacia la Iglesia, el comercio o el notariado. Los matrimonios se solían efectuar entre cónyuges provenientes del mismo sector. Pero para las hijas de los artesanos, la estrategia matrimonial era diferente, no aspiraban a algo más bajo en la estratificación social que el grupo al que ya pertenecían, sino que miraban hacia los mercaderes y notarios, e incluso caballeros.
Los comerciantes, el grupo por excelencia en la ciudad, dirigía las alianzas hacia los artesanos, otros comerciantes o también con la pequeña nobleza, sobre todo en el caso de las hijas.
El Colegio de Notarios de Valencia, desde finales del siglo XIV, estableció estrategias de alianzas dentro de su grupo profesional. Más de la mitad de los notarios eran hijos de notarios y casi otro tanto se casó con la hija de algún compañero de profesión, además de casarse también con artesanos. A pesar de este tipo de estrategias, se centraban en el ascenso social mediante los estudios universitarios, el título de ciutadans, el ingreso en el clero o incluso algunos llegaban a ser caballeros. Las hijas de los notarios, en algunos casos, también llegaban a optar a los grupos superiores, como los rentistas y los caballeros.
Los denominados “ciudadanos de Valencia”, comienzan a abandonar las clases medias. Se observan contradicciones en sus estrategias matrimoniales la cantidad de hijas casadas con caballeros era casi igual a la de casadas con artesanos.
En definitiva, las alianzas matrimoniales en la Edad Media se articulaban en torno a unas estrategias de ascenso social, en la mayor parte de los casos, donde las clases medias de la ciudad pretendían alcanzar una posición social más privilegiada con las nupcias de sus hijos e hijas.