La educación y los linajes

En las escuelas de primeras letras de Al-Ándalus se enseñaba a leer y escribir, todo a la vez, imitando las palabras enteras que se les daban por modelo. Los alumnos usaban unas tablillas de madera pulimentada sobre las que escribían con una caña afilada (cálamo) mojada en tinta. Los niños aprendían los textos del Corán de memoria, así como también las poesías, las cartas literarias y los elementos de gramática.

 

La enseñanza media y superior no estaba organizada ni regulada, por lo que era libre, al igual que ocurría con los métodos de enseñanza y aprendizaje. El maestro era un profesional de la enseñanza, que previamente había hecho sus estudios y había recibido de sus maestros una especie de diploma o licencia (iyaza) por la cual un maestro autorizaba a enseñar a sus discípulos. Cada licencia correspondía a la materia que había estudiado. Estas licencias muchas veces se daban arbitrariamente, por lo que el prestigio del profesor se ganaba en el ejercicio de la propia enseñanza y en las intervenciones en las tertulias científicas, que eran muy habituales en la época y que servían al maestro de complemento a la enseñanza. Una vez obtenida la licencia, el profesor instalaba la escuela, habitualmente en su propia casa, y mediante un contrato legal entre él y los padres de los alumnos, se solían regular los honorarios, forma de pago, horarios, fiestas y materias.

 

La enseñanza de las niñas estaba más circunscrita al ámbito familiar donde las madres solían ocuparse de estos asuntos; aunque en el caso de las familias más pudientes también éstas podían acceder a una educación en escuelas privadas.

 

Por otra parte, existía una educación doméstica paralela mediante la cual se trataba de inculcar una conciencia de pertenencia a un linaje, basada en la memorización de la genealogía familiar, que casi siempre se remontaba hasta un antepasado de origen árabe. Esta importancia del linaje familiar se puede ver también con respecto al matrimonio, donde el primo hermano por parte del padre era el mejor candidato para casarse con la hija, ya que de esta manera, se volvería a unir esa rama familiar separada anteriormente, de la misma forma que su patrimonio.