Entre los siglos XVI y XVIII se produjo una renovación científica en Europa, que sustituyó el escolasticismo vigente y supuso el nacimiento de la ciencia moderna. Se caracterizó por una nueva concepción astronómica del mundo basada en los estudios de Copérnico, Tycho Brahe, Kepler, Galileo y Newton; por un cambio en el método y la finalidad, basados ahora en la observación, la experimentación y la aplicación práctica; y por una especialización y diversificación de la práctica científica en múltiples campos, entre los que hay que destacar las ramas matemáticas, fisicoquímicas y biológicas.