A partir de la segunda mitad del Ochocientos la ciudad de Valencia entró en un proceso febril de construcción inmobiliaria. En el casco antiguo la desamortización eclesiástica y las reformas urbanas supusieron la creación de nuevos edificios, plazas y calles, como la de la Paz, mientras que a partir de 1865, al derribarse las murallas medievales, se abrió la oportunidad de comenzar a construir el Ensanche.