En 1871 la nueva clase dominante, la burguesía, creó una fiesta a su medida, la Feria de Julio. Inicialmente, aprovechando las tradicionales corridas de toros de san Jaime, se pretendió organizar una feria comercial pero pronto se impuso una dimensión festiva con atracciones, cabalgatas, pabellones, incruentas batallas de flores, certámenes musicales y literarios y fuegos artificiales.