Soy Anna Llagostera, esposa de Joan Vicent Franco, y estoy contagiada por la peste.
La peste asola la ciudad. He visto pasar con gran dolor a amigos y cofrades sobre los carros que van de camino a alguno de los lazaretos que se han instalado en Valencia. Y ya no han vuelto a salir con vida. Hemos rezado a la Virgen de los Desamparados implorando su protección, pero ya no hay remedio. La Junta del morbo ha marcado y sellado nuestra casa, en la que han fallecido todos excepto mi marido y yo. Ayer se manifestaron los síntomas evidentes del mal y está llegando nuestra hora. Hemos liquidado con el escribano los negocios mundanales y está por llegar el padre Pujades para tratar los asuntos con Dios. Nos ha tocado vivir este mal tiempo con paciencia y resignación, y ahora sólo nos queda confiar en que recibiremos el premio que el buen Dios tiene preparado para aquellos que han vivido la vida cristianamente.