Soy Anna Llagostera, señora de la casa y esposa de Joan Vicent Franco, librero.

Nací en Valencia hace 29 años. Mi padre, Carles Llagostera, es notario y doctor en derecho, y mi esposo, Joan Vicent Franco, es hermano de uno de los escribanos que trabajan con mi padre. El día de mi boda, hace ya diez años, se cumplía el aniversario de las grandes nupcias del rey Felipe III, que se celebraron el año del Señor de 1599 en la catedral de Valencia. Aún no he podido darle a mi esposo ningún hijo, aunque a Jesús, el morisquillo que recogimos en el Grao en el momento de la expulsión, lo criamos como tal. Desde que nos trasladamos a la casa nueva todos los años reunimos a familiares y amigos para ver pasar bajo el balcón la procesión del Corpus. Este año hay mucha tensión en el ambiente entre partidarios y detractores de la beatificación del padre Simó;. Hace un par de meses la Inquisición decretó retirar los altares dedicados a él y prohibir todas sus imágenes con rayos, resplandores o visiones, lo que provocó que sus seguidores asaltaran el convento de Santo Domingo. El consell municipal y el cabildo de la catedral, que hasta ahora habían sido fervientes simonistas, obedecieron, pero ni así se han calmado las cosas: hace apenas unos días han circulado por la ciudad cientos de pasquines defendiendo la santidad de Simó y la Inmaculada Concepción. No sé adónde iremos a parar.