En agosto de 1519 Joan Llorenç, uno de los líderes de la revuelta, se dirigió a la población para comunicarles que la Germanía había tomado las riendas de la ciudad con la intención de acabar con el mal gobierno imperante.

En un primer momento los agermanados trataron de ganarse el favor del emperador Carlos I, pero a partir de 1521 la diplomacia dio paso a las armas. Aunque los rebeldes obtuvieron algunas victorias iniciales, acabaron sucumbiendo ante el empuje del ejército nobiliar.

A la derrota de la Germanía le siguió una durisima y larga represión contra los rebeldes, dirigida por la virreina Germana de Foix. Más de ochocientas personas fueron ajusticiadas públicamente y quienes salvaron la vida debieron pagar cuantiosas multas.

La corte virreinal generó una intensa actividad social y cultural que atrajo a Valencia a los nobles del reino y a numerosos intelectuales, artistas y literatos, haciendo del Palacio Real un referente del Renacimiento y del Humanismo, gracias también al precoz desarrollo de la imprenta en la ciudad.

La Inquisición, una institución medieval en origen poco activa, fue impulsada por los Reyes Católicos como instrumento contra el judaísmo y el islam. Posteriormente sirvió para frenar el avance de la reforma protestante.