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Un siglo de revoluciones (la acción transcurre en mayo de 1901)
A lo largo del siglo XIX el liberalismo tuvo que librar una ardua batalla para hacerse oír. Una parte de los liberales abrazaron las ideas republicanas en los años 30, que tuvieron cierta presencia en el Bienio Progresista (1854-56) y alcanzaron su máxima expresión con la proclamación de la Iª República (1873). La Restauración borbónica aletargó el movimiento, pero éste resurgió con fuerza con Blasco Ibáñez.
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La organización obrera (mayo de 1901)
A partir de las dos últimas décadas del siglo XIX las organizaciones obreras se fueron articulando y planteando sus reivindicaciones con los instrumentos de presión a su alcance: huelgas y movilizaciones, que eran respondidas con dureza por los empresarios.
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La huelga (invierno de 1901)
La huelga fue el instrumento esencial de presión para conseguir mejoras en las precarias condiciones laborales, el hacinamiento y la insalubridad de las viviendas a que debían hacer frente las clases populares, pero exigía grandes esfuerzos y la solidaridad de todos los trabajadores del sector.
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Los señoritos (julio de 1902)
Existía un abismo entre el concepto de ocio de la burguesía y el de las clases populares, pero muchas de las modas introducidas por los burgueses acabaron calando a toda la sociedad, como los baños de mar o la Feria de Julio. Los carnavales o las fallas eran fiestas más transgresoras, más al gusto del pueblo.
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El ocio popular (julio de 1902)
Las mejoras en las condiciones laborales dieron como resultado la disponibilidad de tiempo libre y, con él, del ocio. Entre los entretenimientos preferidos de las clases populares se contaban los romances de ciego, los toros, el teatro y un invento reciente de gran impacto: el cinematógrafo.