Guillem Tovià (1375-1436)

Soy Guillem Tovià, hijo de Jeroni Tovià, tejedor, y de Úrsola Sapena.

 

Tengo 15 años y reconozco que siempre he sido un poco revoltoso. Sin embargo, creo que a partir de ahora seré más cauteloso ya que me acabo de llevar un susto que no olvidaré en la vida. El Viernes Santo estaba con unos amigos en la plaza del Mercado cuando llegó un grupo de mozos que se dirigía hacia la judería. Llevaban un pendón azul con la cruz a modo de enseña y hacían correr el rumor que los judíos habían raptado un niño y se lo habían comido. Decían que el arcipreste de Sevilla estaba a punto de llegar a la ciudad, que allí ya habían asaltado la judería y que los judíos debían bautizarse o morir. Junto a una de las puertas de la judería, en la plaza de la Higuera, se nos unieron unos cuantos hombres y entramos llamando a la conversión. Unos judíos cerraron la puerta y nos dejaron recluidos en el interior. La situación se hizo muy tensa. Muchas familias de judíos se escondieron en sus casas, otros nos miraban mientras estábamos apiñados alrededor del pendón en la calle de la Mar. Después de unos minutos interminables el infante Martín, que estaba en Valencia reclutando gente para las campañas de ultramar, exigió desde el otro lado de la portalada que nos dejaran salir. Los judíos, temerosos, no aceptaron hasta que de repente comenzó a entrar gente por el foso y desde los tejados de las casas vecinas. Un gentío entró en la judería a golpe de cuchillo. Yo, despavorido, corrí a casa cuando se abrieron las puertas, pero a lo largo del día aún oí el tumulto de la gente saqueando casas, haciendo hogueras para quemar las cartas de préstamo, violando y asesinando judíos. Murieron más de doscientos y poco a poco todos han ido acudiendo a las parroquias a tomar bautismo.